CUARTO DE HORA 15 DE AGOSTO DE 2013



PROPÓSITO DE LA ORACIÓN: que la persona pueda reflexionar algunas razones para entrar en la oración luego de haber entrado en el Castillo.


Dios sueña. Nuestro buen Dios, cuyo rostro hemos conocido en la persona de Jesús de Nazareth, es Dios-que-sueña. Esto lo sabemos porque podemos contemplar, en Jesús, al soñador apasionado por el Reino de Dios, y Jesús mismo nos dice: "El que me ha visto a mí, ha visto al Padre" (Jn 14, 8-9). Así que nuestro Padre Dios sueña con pasión. Y tú eres parte del sueño de Dios. Dios te ha soñado y has sido llamado/a a la vida para llegar a ser quien Él sueña que seas. El lema de nuestro V Centenario es precisamente LA FUERZA DE UN SUEÑO.
  Por eso, orar es entrar en su presencia, para estar con Él y en Él. Es lo que nos dice Teresa de entrar en el Castillo.
Oramos tomando conciencia de que habitamos en su amor soñador que nos hace vibrar y nos contagia para que soñemos también como sueña Jesús. 
Oramos, porque hemos puesto nuestra confianza en el anhelo de Jesús. 
Oramos porque Jesús confía en nosotros y nos invita a ser parte de su anhelo de amor y justicia, de nueva humanidad en todas partes. 
  Oramos porque Jesús nos llama y nos invita a estar con Él. 
  Oramos para estar con Jesús y sintonizar con su corazón soñador.
Oramos para indignarnos con lo que a Jesús indigna contra quienes practican, en nombre de Dios, la hipocresía y el abuso.
Oramos para actuar con valentía y como actúa Jesús cuando se enfrenta en el templo a quienes buscan sólo su propio beneficio a costa de lucrarse con la fe de los demás.
Oramos para amar; con ese amor apasionado que siente Jesús hacia Dios. Ese amor que le hace soñar que sea Dios quien reine en la vida, aun por encima de nuestros gustos y deseos personales. Ese amor por el que puede exclamar primero "Padre mío, si es posible, que pase de mí esta copa, pero no sea como yo quiero, sino como quieras tú."
   Oramos para amar, con el amor apasionado de Jesús, a las personas, a la creación toda. En los gestos de Jesús descubrimos los gestos del Dios apasionado por la vida, por la libertad, por la justicia, por la fraternidad y por el amor hasta el límite. Jesús se desvive sirviendo y curando (Mc 6, 31ss), incluye en su vida a los marginados y rechazados (Lc 7, 36-40; 10,29-37; 15, 2) y consuela y anima sin cesar diciendo "no tengáis miedo" (Mt 10, 26).

Por eso también en Jesús tenemos el modelo para seguir en la vida: El modo de ser y relacionarse consigo misma en libertad, de relacionarse con Dios en la plena confianza, de relacionarse con los demás en el amor fraterno y en la amistad generosa y el modo de relacionarse con la creación en la responsabilidad y la solidaridad.

MEDITO Y COMPARTO:


  • EN MIS RELACIONES SE VE LA MANERA COMO VEO LA IMAGEN DE DIOS EN LAS DEMÁS PERSONAS. ¿ESTÁN EN ESAS RELACIONES PRESENTES EL RESPETO, LA PRUDENCIA, LA ALEGRÍA?
  •  ¿ME RIO CON LAS PERSONAS O DE LAS PERSONAS?
  • ¿HABLO CON LAS PERSONAS O DE LAS PERSONAS?
  • ¿TRABAJO CON LAS PERSONAS (MIS COMPAÑEROS/AS) O ME BENEFICIO DEL TRABAJO DE LOS/AS DEMÁS?
      Concluimos haciendo una “mirada orante” a este video: