Para Vos nací
Introducción
Recientemente hemos celebrado con
mucha alegría el 499° aniversario del NACIMIENTO de Teresa de Jesús, y en este mes
recordamos la fiesta de la Inspiración. El 2 de abril de 1876 empezó a gestarse
otro NACIMIENTO: el de la Compañía de Santa Teresa de Jesús.
“Amanecer a una vida nueva. Nunca lo
pudimos imaginar. En realidad se nos dio hecho. Es puro don. Un hombre de
corazón bueno y abierto, desde su juventud, busca el querer de Dios. Mira a su alrededor y preocupado por los
acontecimientos que contempla, se hace disponible para abrir camino y hacer
surcos. Sembró y la cosecha le fue dada.
Ayer fue una Inspiración. Una entrega,
una radicalidad en la vida del Espíritu. El Reino de Dios fue lo primero en la
vida de Enrique”. [1]
Proponemos este cuarto de hora de
oración para tratar con Jesús los motivos de nuestro nacimiento personal,
cristiano y en el seno de la familia teresiana.
Material
necesario: Periódico
o diario del día.
Preparación
interior
Me pongo en presencia de la Santísima Trinidad
haciendo con plena consciencia la señal de la cruz. Tomo conciencia de quién
soy y delante de Quién estoy. Aquieto mi interior y me dispongo a entregarme
completamente a este encuentro.
Petición
Señor y Padre mío
concédeme en este momento de oración la gracia de abrirme a tu voluntad y haz
crecer en mí las disposiciones para que mi vida sea una adhesión plena a ella.
Encuentro orante
Leo pausadamente el Evangelio. Visualizo a Jesús delante
de mí dirigiéndome su Palabra y permito que ella actúe en mí.
- Del Evangelio según San Juan (Jn 6, 37-40)
Todo lo que el Padre me ha dado vendrá a mí, y yo no
rechazaré al que venga a mí, porque yo he bajado del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.
Y la voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda
nada de lo que él me ha dado, sino que lo resucite en el último día. La
voluntad de mi Padre es que toda persona que ve al Hijo y cree en él tenga vida
eterna: y yo lo resucitaré en el último día
Yo he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la
voluntad del que me ha enviado.
' Jesús
descubre para qué ha venido al mundo a través de lo que el Padre le revela en
la realidad que lo rodea: la opresión de unos contra otros, la exclusión y
consideración de impuros a enfermos, pobres, a cierto tipo de trabajadores, el
agobio de la Ley que descuida la vida, la negación del acceso a Dios para
muchos, el deseo y búsqueda de Palabra viva y nueva de otros…
Miro mi realidad. Hojeo el diario
del día. Y me centro de modo especial en las noticias locales. Leo los
titulares. Me pregunto por qué yo vivo en este país, en esta realidad. Agudizo
mi sensibilidad y mis sentidos interiores para percibir la acción del Padre en
mí. Estoy atento/a a lo que Él despierta en mí.
Dejo que sea Él quien me diga: “Te
he traído al mundo para…”
La
voluntad del que me ha enviado es que yo no pierda nada de lo que él me ha
dado.
' El
Señor Dios le ha confiado a Jesús personas que sufren, personas que ya no
tienen nada más que perder, personas que buscan, personas sedientas; y la
voluntad el Padre es que ninguna de ellas se pierda, que se salven.
Miro qué es aquello que el Padre
Dios me ha confiado, qué es lo que Él ha puesto en mis manos… qué personas, qué
situaciones, qué necesidades, qué búsquedas. Tomo consciencia de mi nacimiento
en la familia cristiana, y
específicamente en la familia teresiana…
qué vivencias, qué certezas, qué mociones el Padre me ha confiado por haber
nacido en esta familia. Hablo con Él. Dejo que me diga qué debo hacer, sentir o
pensar para que nada de lo que me ha
confiado se pierda.
La voluntad de mi
Padre es que toda persona que ve al Hijo y cree en él tenga vida eterna
' Jesús recibe la
misión de dar la vida eterna del Padre a toda persona que se encuentre con Él.
Pido la gracia de tener un verdadero
encuentro con Jesús, con su divinidad encarnada, con su humanidad plenificada.
Lo contemplo recorriendo su vida, sus acciones, sus palabras, sus encuentros,
sus pasos, sus mensajes… y me quedo con esperanza, con apertura a los frutos de
su acción y su poder en mí para alcanzar la vida eterna.
Leo fragmentos del poema “Vuestra
soy” de Santa Teresa, dejo que el Espíritu me conduzca para seleccionar una o
dos frases para entregárselas al Señor como respuesta a su invitación.
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criasteis;
Vuestra, pues me redimisteis;
Vuestra, pues que me sufristeis;
Vuestra, pues que me llamasteis;
Vuestra, pues me conservasteis;
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
Que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
A este esclavo pecador?
Veisme aquí, dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención,
Pues por vuestra me ofrecí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si
queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar,
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, dónde, cómo y cuándo.
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
Haga fruto o no le haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando,
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí vivid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Termina escuchando esta canción
[1] Carmen Bartolomé, stj. Boletín informativo STJ. No. 252. Roma,
abril 2011.
[2] Elaborado por Equipo V Centenario Paraguay