Entrando al Castillo Interior
Introducción
El mes anterior hemos recibido la invitación a ABRIR la
puerta de nuestro interior y a reconocer en la oración, ese trato personal con el
Señor, la PUERTA para ENTRAR… pero entrar ¿a dónde?
Entrar, pues, al Castillo Interior.
Proponemos este cuarto de hora de oración para hacer
crecer en cada uno de nosotros el DESEO de ENTRAR al castillo donde habita Él.
Preparación interior
Me pongo en presencia de Dios. Aquieto mi
interior. Tomo conciencia quién soy y delante de Quién me sitúo. Me vacío de mí
y deposito en sus manos todo lo que en este momento ocupa mi corazón… mis
recuerdos, preocupaciones, planes, sentimientos, sufrimientos, temores…
Petición
Jesús mío y Señor mío concédeme en este momento de
oración la gracia de hacer crecer en mí el deseo de Ti, de querer buscarte, y
la certeza de que eres la verdadera Vida de mi vida.
Iluminación
Leo pausadamente el texto de las Moradas Primeras
de Teresa de Jesús. Permito que actúen en mí estas palabras, dejo que Jesús me
toque a través de ellas.
…se me ofreció lo que ahora diré,
para comenzar con algún fundamento: que es considerar nuestra alma como un
castillo todo de un diamante o muy claro cristal, adonde hay muchos aposentos,
así como en el cielo hay muchas moradas. Que si bien lo consideramos, hermanas,
no es otra cosa el alma del justo un paraíso adonde dice Él tiene sus deleites.
Pues ¿qué tal os parece que será el aposento adonde un Rey tan poderoso, tan
sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleita? No hallo yo cosa
con que comparar la gran hermosura de un alma y la gran capacidad; y
verdaderamente apenas deben llegar nuestros entendimientos, por agudos que
fuesen, a comprenderla, así como no pueden llegar a considerar a Dios, pues Él
mismo dice que nos crió a su imagen y semejanza.
Pues si esto es, como lo es, no hay
para qué nos cansar en querer comprender la hermosura de este castillo; porque
puesto que hay la diferencia de él a Dios que del Criador a la criatura, pues
es criatura, basta decir Su Majestad que es hecha a su imagen para que apenas
podamos entender la gran dignidad y hermosura del ánima.
No es pequeña lástima y confusión
que, por nuestra culpa, no entendamos a nosotros mismos ni sepamos quién somos.
¿No sería gran ignorancia, hijas mías, que preguntasen a uno quién es, y no se
conociese ni supiese quién fue su padre ni su madre ni de qué tierra? Pues si
esto sería gran bestialidad, sin comparación es mayor la que hay en nosotras
cuando no procuramos saber qué cosa somos, y así a bulto, porque lo hemos oído
y porque nos lo dice la fe, sabemos que tenemos almas. Mas qué bienes puede
haber en esta alma o quién está dentro en esta alma o el gran valor de ella,
pocas veces lo consideramos; y así se tiene en tan poco procurar con todo
cuidado conservar su hermosura: todo se nos va en la grosería del engaste o
cerca de este castillo, que son estos cuerpos.(1M1,1-2)
Encuentro orante
S A través de las palabras de Santa
Teresa recibo la invitación de Jesús a ENTRAR, a recorrer un camino de
encuentro con Él.
S Permito que el mismo Jesús me explique
cómo es posible que un Rey tan poderoso,
tan sabio, tan limpio, tan lleno de todos los bienes se deleite en mi alma…
qué grandeza encierra que soy creado a su imagen y semejanza… qué bienes puede haber en esta alma…
quién me espera dentro… qué gran valor encierra mi alma
S Contemplo con admiración estas
verdades que Jesús comparte conmigo.
S Recibo su mensaje.
Hermano mío:
Yo, Jesús, te pido que confíes en Mí.
Deseo liberarte de las amarras misteriosas que te impiden pasar el umbral de ti
mismo. Seré yo quien te abrirá la puerta, la puerta hacia ti mismo. Te tomaré
de las manos, te invitaré a levantarte.
Pondré luz en tus ojos para que
empieces a ver, oír y sentir de otra manera las maravillas de tu propio
castillo, te conduciré por las distintas moradas. Déjate llevar y lograrás
encontrarte conmigo.
Le doy mi respuesta humilde y sincera. Le
agradezco la obra de sus manos, el regalo de habitar en mí, de poder tenerlo
tan cerca, que esto sea su deleite y que quiera compartir el Reino conmigo.